jueves, 26 de diciembre de 2013

El valor de los céntimos

En el post que titulé la gasolinera de Posada alababa la gestión y el buen trabajo de sus empleados, a los que antes que gasolineros preferí llamar, con afecto y respeto, repostadores turísticos. Quedé emplazado entonces para reflexionar nuevamente sobre gasolineras y estaciones de servicio y en eso estoy.

En esta ocasión trato de exponer mi teoría de que las estaciones de servicio pueden dar más de si. La puñetera y recurrente crisis pudiera llevarnos al error de considerar que el recorte de empleo que han experimentado las gasolineras se debe exclusivamente a esta pesadilla. Para ser justos diremos que una parte sí pero otra no. Ese empleo comenzó a desaparecer como consecuencia de la implantación de sistemas de auto - servicio, que es algo que me cuesta entender, más allá del transporte profesional, cooperativas o centros de transporte, pues es evidente que suministrarte un combustible no es lo mismo que servirte gominolas o frutos secos al peso. Pero algunos tiros vuelven a ir por ahí y ya se habla, de hecho ya hay, algunas gasolineras sin personal, en la que repostas con una máquina y pagas con una máquina.

Me arriesgaré diciendo que el secreto de una estación de servicio no está en el céntimo aunque el céntimo forma parte del secreto. Mi razonamiento es sencillo: Un particular que emplee su vehículo para recorrer 20.000 kilómetros al año, necesitará unos 1.200 litros de combustible y una variación de un céntimo de euro por litro en el precio final de ese combustible supone 12 euros al año. Es decir, el coste de realizar unos 150 kilómetros anuales. Insignificante. Pero además, el margen obtenido por una gasolinera en esos 20.000 litros sería de unos 180 euros. Quiero poner de manifiesto con esto que el esfuerzo que puede hacer el propietario de la estación de servicio por la vía del precio es muy poco, toda vez que el precio de los combustibles está compuesto sobre todo de impuestos, del coste de la materia prima y del transporte de la misma. Dicho de otra manera, quien quiera ahorrar en el gasto del combustible, salvo el caso del transporte profesional, lo que debe hacer, a mi juicio, es evitar en la medida de lo posible, el coche.

La pregunta que yo me hago es si se podrían recuperar puestos de trabajo en las estaciones de servicio. Es evidente que el modelo de negocio es diferente según el emplazamiento, que el consumidor no responde a un único comportamiento y, además, no nos engañemos, las decisiones, al final, están condicionadas por las petroleras, pero creo que quien centre la estrategia en ofrecer buenos servicios, con independencia de cual sea el tipo o los tipos de combustibles, podrá mantener en el poste ese par de céntimos que hacen falta para recuperar empleo.

Un alto porcentaje de conductores espera a llevar el coche al taller para realizar el mantenimiento, por lo que descuida la revisión de componentes que podrían comprobar ellos mismos como la presión y el estado de los neumáticos, la rueda de repuesto o de las escobillas del limpiaparabrisas. Un reciente estudio descubre que el 25% de los usuarios retrasa más de seis meses la visita al taller y un 10% de ellos lleva más de un año sin revisar el vehículo. Ese mismo estudio nos descubre que un 30% de los coches circula con neumáticos en mal estado y un 17% tienen en mal estado la rueda de repuesto

¿Sería interesante ofrecer un chequeo sobre estado de ruedas, incluida la de repuesto, de escobillas y de las luces en las estaciones de servicio? Podría ser una buena fórmula que fuera un servicio adicional para los poseedores de las tarjetas de fidelización o de pago de carburante de la compañía que abandere la estación.

A las personas, además de por un buen servicio, se nos conquista con los intangibles, con sentimientos, con percepciones. A mi, particularmente me gustaría percibir que una estación de servicio se preocupa por mi y por mi familia. Se me ocurrió que una demostración de esa inquietud puede ser la educación vial, nuestra seguridad, en definitiva.

He visitado la web de varias compañías que abanderan estaciones de servicio en España y en ninguna de ellas leí ni una sola linea relacionada con la seguridad vial y la lógica consecuencia de eso es que en las estaciones de servicio no hay nada, absolutamente nada, que tenga que ver con la seguridad vial. La conclusión a la que podríamos llegar es que para las petroleras la seguridad vial no es una prioridad ni tan siquiera a efectos de comunicación. Mal empezamos.

Otro aspecto que sin duda muchas personas valoraríamos tiene que ver con la cuestión medioambiental y en eso, otra vez, las estaciones de servicio hacen agua. Soy un ciudadano al que le gusta reciclar, quiero reciclar y el producto reciclado tiene valor para quien recicla, para quien lo recoge y para quien lo recupera. En las estaciones de servicio no hay nada, otra vez diré que absolutamente nada, que me permita participar en la cadena de reciclado, ni obteniendo algo a cambio ni sin obtener nada a cambio. ¿No es una contradicción que nos hablen, en cambio, de combustibles respetuosos con el medio ambiente?

Son sólo ejemplos de nuevos servicios que pueden incorporarse al catálogo de los tradicionales. Serán estos o serán otros, pero en cualquier caso, se requieren recursos humanos formados en cuestiones como seguridad vial, mecánica de emergencia, gestión medioambiental, conocimiento del entorno...

A mi juicio, esta estrategia, plasmada en el marco ideal de la responsabilidad social corporativa de las estaciones de servicio, que no me cansaré de decir es un elemento de competitividad de primer orden, combinada con una acertada política de comunicación hacia el cliente, consiga que esos dos céntimos por litro que son necesarios para recuperar empleo, empiecen a ser percibidos por muchos, pues ese es el objetivo, como el precio, ahora sí, de buenos servicios.




Garboó Riocía & García Rioboó




domingo, 15 de diciembre de 2013

Ni rebajas ni cupones.

Seguramente muchos de vosotros conocéis alguno de esos portales web que venden artículos o servicios con grandes descuentos. Privalia, lets bonus, planeo, buyvip, colectivia, ofertix, groupon, groupalia... son algunas de las firmas más importantes que operan en un sector en el que hay, dicho con todo el respeto, auténticos monstruos por volumen de operaciones y número de clientes. Es evidente que este tipo de canales, que bien se podían llamar caimanes, constituyen una dura competencia para el comercio tradicional local, que se suma a la que ya ejercen sobre él las grandes superficies, entre las que ya se encuentran también, las chinas. (recomiendo leer sobre este asunto el post que titulé: que las hay en un chino)

La gran cuestión es, qué puede hacer el pequeño comercio para competir noblemente con estos gigantes. A mi juicio, menos lamentarse, que es recurrente, se pueden hacer muchas cosas y una buena parte de ellas son, o al menos, a mi me lo parecen, evidentes. En este grupo, tiene cabida todo aquello que permita eliminar obstáculos o barreras entre el cliente y la compra. Hablaríamos aquí de accesibilidad, horarios, formación, atención, satisfacción, gestión, marketing...

Pero además de lo evidente creo que hay que hacer un esfuerzo por innovar y una buena manifestación de esa innovación es crear productos y servicios combinados, lo cual se consigue removiendo con cierta audacia conceptos hasta ahora tradicionales. Quizá este ejemplo nos ayude a explicarlo mejor. El objeto de una zapatería puede ser vender zapatos pero también puede ser cuidar de los pies de las personas que adquieren los zapatos. Yo me quedaría con esta última opción y, a partir de ahí, trataría de desbordar ese primer objeto haciendo zoom, es decir, observando alrededor ¿Quién cuida también de los pies de las personas? Los podólogos. ¿Quien procura belleza a los pies? La pedicura ¿Quien cuida y repara zapatos? El zapatero ¿Qué se puede hacer con un zapato reparado? ¿Qué se puede hacer con un zapato sin reparar? ¿Qué otros productos están asociados a nuestros pies?

Una vez que se establecen las relaciones lógicas, el siguiente paso es crear un producto combinado, que genere sinergias para todos, siendo lo ideal que incluya servicios y, a partir de ahí, una vez testado, producirlo para finalmente comercializarlo. El resultado son productos complejos, que vienen a satisfacer verdaderas necesidades de los clientes y además, y esto es muy importante, su complejidad y naturaleza mixta, provoca que queden al margen, inicialmente, del catálogo de los caimanes de las ventas. 

Llegados a este punto, no me cansaré de decir lo importante que es la cooperación entre empresas para conseguir muchos objetivos que de otra manera son impensables. Un buen ejemplo de esta cooperación sería la creación de una sociedad para la gestión de los stokcs de productos transferidos por sus socios. A esta acción puede acompañarle un desarrollo tecnológico muy interesante que genere una dinámica de cooperación fabulosa. Si hubiera verdadero interés sería realmente fácil poner en pie esta iniciativa.

El comercio local dispone de otras herramientas para competir y algunas las desconoce porque nadie se las ha presentado, ni les ha explicado como utilizarlas. Este es el caso de la responsabilidad social. Una adecuada gestión de esa inversión, aún disfrazada de gasto, y una buena comunicación, harán de ella un instrumento eficaz para competir, pues puede ser un factor de relevancia para el consumidor, que lo tendrá en cuenta a la hora de tomar sus decisiones de consumo. Tiempo al tiempo.

Como puede comprobarse, no todo es el precio. Si fuera así, mal asunto, pues tendríamos un gran problema. Esto no quiere decir que el comercio local esté exento de ser competitivo en tan primordial aspecto. Todo lo contrario. El problema es que el consumidor empieza a pensar que el comercio solo es competitivo en rebajas y que el resto del año, como se dice coloquialmente, "te afeitan".

¿No será más acertado vender aplicando el mismo margen medio todo el año? En el fondo, lo que estamos planteando es prescindir de las rebajas y de las promociones. Eso, sin duda, sería bienvenido por el consumidor racional y por el propio comercio, pues mejorará algunos de sus costes e incrementará sus ventas. Que nadie dude que ese ejercicio podría suponer un descenso de precios en el orden de un 10% todo el año, lo cual no está nada mal, generaría empleo, lo cual tampoco está nada mal y sería un motivo de preocupación para esa competencia tan agresiva de la que hablaba al principio de este post. Se lo estamos poniendo demasiado fácil.

Y ya que nos hemos puesto a competir con los gigantes ¿Por qué no utilizar armas y munición como la que emplean ellos?

Creían haberlo inventado todo, pero en su arsenal les falta algo: El cupón descuento del 100%, sin arruinarse nadie, por supuesto.

Es fácil.


Garboó Riocía & García Rioboó




martes, 10 de diciembre de 2013

Café de puchero con Clooney.

Hace unas fechas disfruté con mi familia de un magnífico fin se semana en la comarca cacereña de Gata. Lo pasamos bien, descansamos y recargamos pilas,  que de eso se trataba y todo fue perfecto, pues acompañó el tiempo, el alojamiento, la gastronomía... También nos trajimos alguna anécdota que quizá otro día me atreva a contar. Toda Gata es sencillamente preciosa y además sorprendente. Esto último lo digo porque nos llamó mucho la atención A fala, la lengua que se habla en San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno, los tres municipios cacereños que se asientan en el Valle de Eljas, que hoy casi todo el mundo, incluidos los naturales de la comarca, llaman Valle del Jálama o Val do Xalama. Los filólogos mantienen su interés en el debate sobre si A fala es portugués, gallego o astur leonés, pero fuere lo que fuere, viniere de donde viniere, lo cierto es que esta riqueza del lenguaje añade atractivo a un viaje que yo recomiendo no dejar en mera visita.

Un buen amigo nos recomendó comer en un restaurante en San Martín de Trevejo. Seguimos su consejo  y fue todo un acierto, pues el local, el trato, la comida, el vino, los licores, la conversación, todo, fue muy bueno y agradable. Según se nos explicó, muchos de los alimentos empleados en nuestra comida se producían en la zona. A mi particularmente el aceite que regó la tabla de quesos me pareció fabuloso y el verdejo riquísimo. 


Rendidos tras el banquete, ya en la sobremesa, pedimos el obligado café. El café es de puchero, riquísimo, enfatizó nuestro anfitrión. Esa misma frase se la oí repetir en varias ocasiones a otros comensales.  A mi el café de puchero no me seduce, pero todo había ido tan bien, todo estaba tan rico y tanto énfasis puso aquel hombre en su producto, que preferí pensar que el café de puchero sería otra agradable sorpresa, una delicatessen, quizá traída de Portugal, desde donde antaño, el aromático tesoro generó tanto trasiego  hacia la comarca.


Al café, cosas del puchero, hubo que esperarlo un ratito. Recién hecho se nos sirvió en unas bonitas tazas de barro. Antes de añadirle azúcar, aspiré el aroma del café humeante y con precaución lo probé. Tras un primer sorbo, le pregunté a mi mujer ¿Te gusta?  Está riquísimo, contestó.


Decidí ampliar la toma de impresiones observando a las personas de las mesas colindantes y constaté que nadie le hizo feos al café, es más, cuando alguna persona lo alababa el camarero lo celebraba con este estribillo:  es que es de puchero. La conclusión a la que llegué es que, por lo visto y oído, el café tuvo aceptación general y creo que al único que no le gustó fue a mi.


Toda esta historia del café me sirve para llamar la atención sobre la importancia que para una empresa tiene siempre, y más aún en la situación actual, disponer de recursos humanos con tablas y oficio. Aquel empresario, había demostrado tener mucho de ambas cualidades, tanto como que creo, o mejor aún, estoy convencido, que sería capaz de venderle el café de puchero al mismísimo George Clooney. 


Ahora que lo digo, sería desternillante sustituir el Nespresso por el café de puchero en la actual y magnífica, como todas las anteriores, campañas publicitarias de Nespresso, en la que una bella mujer prefiere desembarazarse de George Clooney, entiendo que solo por unos minutos, con tal de disfrutar del placer del café ¿Habría hecho lo mismo esa mujer con Clooney para degustar su café de puchero? 


Bromas aparte, estoy convencido de que nuestro protagonista de hoy es un empresario emprendedor, con iniciativa, un estudioso, un buen observador, una persona trabajadora, que sin prisa, como requiere la restauración, y con oficio, con mucho oficio, haciendo de la necesidad virtud, convirtiendo la debilidad en fortaleza, ha ido logrando, pese a la crisis, que su restaurante sea exactamente como hace años lo imaginó. 


Pero entonces ¿lo imaginó sin máquina de café? 


No, seguro que había máquina pero su buen oficio se la ahorró, como le hará ahorrar tantas y tantas cosas y conseguir otras muchas. 


¿Para qué va a adquirir una máquina si a todo el mundo, incluso a Clooney,  le gusta el café de puchero de su restaurante?  Bueno, a todos, menos a mi.


Mi admiración por aquellos que han decidido emprender en el entorno rural. Tienen motivo para estar orgullosos.




Garboó Riocía & García Rioboó

    

domingo, 8 de diciembre de 2013

Imagínate

¿Crees posible que varios miles de ciudadanos apoyen económicamente los proyectos empresariales de nueva creación que quieran hacerse realidad en su ciudad?

Aunque no lo creas o te cueste creerlo ¿Te lo puedes imaginar?

¿Qué crees que sucedería en Cáceres si eso ocurriera?

Miles de ciudadanos de Cáceres apoyan a decenas de emprendedores que han elegido esa bonita ciudad para poner en marcha sus nuevos proyectos empresariales. ¿Te gustaría leer esta noticia?

Suena bien, ¿Verdad?

Vamos a por ello. 





Garboó Riocía & García Rioboó 


sábado, 7 de diciembre de 2013

Dudas razonables

Un reto, por definición, es algo complejo, un objetivo, un  empeño difícil de llevar a cabo  y por ello es un estímulo para quien lo afronta. Pero también impone respeto, y por eso, antes de embarcarse conviene saber si: 

¿Tenemos capacidad para conseguirlo? Sin duda que sí pero siempre que el esfuerzo sea colectivo. 

Todos tenemos muchas más capacidades de las que creemos y solo hace falta un motivo para que afloren de manera espontanea pero ordenada. ¿Qué es lo que sucede cuando acontece una gran desgracia? Que todos nos movemos en el mismo sentido ya sea con nuestros sentimientos o con nuestros actos, pero todos nos movemos en idéntico sentido. Es cierto que las desgracias unen pero también es cierto que no solo unen las desgracias.

¿Tenemos recursos para conseguirlo? Nos sobrarían en un momento dado. 


No asociemos reto con dinero. Tenemos tendencia a tratar de solucionar nuestros problemas y nuestras necesidades con la cartera y estamos enseñando eso a nuestros hijos. La cartera duele pero es cómoda y nos rendimos a esa comodidad. Compramos nuestras soluciones y eso provoca que renunciemos a encontrar otras mejores, sin darnos cuenta de que, a lo mejor, las llevamos dentro. 

¿Merece la pena intentarlo? Claro que merece la pena.  


Ya decíamos que un reto es pensar en grande y que esto no es lo mismo que pensar  a lo grande (Lo primero si nos lo podemos permitir, lo segundo no) Sólo intentarlo significa muchas cosas buenas para la Ciudad:


Si lo intentamos es que no tenemos o hemos desterrado los complejos que nos impedían,  si quiera albergar, la posibilidad de ser o conseguir aquello que nos propongamos.

Si lo intentamos es que estamos unidos y nos habremos demostrado que somos capaces de pensar juntos la ciudad que queremos y juntos hacer las cosas necesarias para conseguirlo.


 ¿Y si fracasamos? Nosotros ya recibimos una joya ¿Cuál será nuestro legado? El fracaso es no intentarlo.

Admiro a las personas que piensan en grande. 





Garboó Riocía & García Rioboó




domingo, 1 de diciembre de 2013

El imasdemasí

Hace años se me presentó la posibilidad de ingresar con carácter definitivo en la administración pública para la que entonces estaba trabajando. El ofrecimiento fue todo un halago pues suponía, digo yo, un reconocimiento hacia mi trabajo. A mi valedor, al que noté satisfecho mientras me hacía tan goloso ofrecimiento, se le dibujó en la cara una mueca de disgusto, cuando unos segundos después de yo haberle respondido se percató, cuando ya había empezado a felicitarme, que donde el esperaba un Sí yo había dicho un No y no sólo eso, sino que añadí lo siguiente: 

... le agradezco mucho su ofrecimiento y sobre todo la confianza con la que me distingue pero creo que la administración es el sitio ideal para echarse a perder. 

Por la cuenta que me tiene, explicaré dentro de unas líneas el sentido de esta frase. Vaya por delante, para aplacar las iras o los regocijos, que de ambas cosas habrá, que he trabajado en varias administraciones públicas y en todas ellas encontré magníficos profesionales y algún que otro "ciruelo", y eso es exactamente lo mismo que encontré en las empresas privadas en las que he trabajado. También debo decir que me siento muy orgulloso de haber trabajado en y para la administración y que ahora que lo hago en la empresa pública mi sentimiento es también de orgullo. Para mi no hay nada más reconfortante que trabajar en lo público. Puestos a currar me satisface más ahorrar un millón de euros de dinero público que hacer ganar ese millón de euros a un privado. Si hubiera tenido la oportunidad me habría entusiasmado dirigir un hospital y, en tal caso, me seduciría más que fuera uno público que uno privado. 

A estas alturas del post seguro que ya nadie me entenderá, lo cual no será extraño, porque primero afirmé que la administración es el sitio ideal para echarse a perder y luego resulta que para mi es reconfortante trabajar en lo público. Debo explicar que aquella frase que espeté, refleja una muy particular forma de ser que me lleva a tener miedo a aburrirme. Es decir, cuando la cosa pierde "vidilla" para mi también pierde atractivo.

Pero no quiero hablar de mi, sino de la administración y de los emprendedores. Ya dije que lo público es un paraíso para los emprendedores y lo ratifico ahora. En lo público hay grandes oportunidades para los emprendedores.


La administración está en entredicho. No se cuestiona tanto la misma como su tamaño y su capacidad para resolver nuestros problemas y está claro que difícilmente podrá contribuir a solucionar nuestros problemas cuando no es capaz de resolver antes los suyos.

A mi juicio la administración tiene que ser transformada más que reformada, pero tenemos el gran problema de que nadie cree que esa transformación sea posible, y como eso se considera una utopía, resulta que la propia administración no dedica tiempo y recursos para tratar de averiguar cómo hacerlo. Es decir nos encontramos instalados en un bucle diabólico que lo más que permite es parchear. 

Es un buen momento para creer que es posible transformar la administración y hacerlo de una vez. Para ello debiera ser considerado estratégico el I + D + I de lo público. Hay un gran campo para esa investigación y una financiación bestial. Si, he dicho bien, una financiación bestial.

¡Empresas, emprendedores la administración tiene que transformarse, necesita ayuda y tiene dinero para hacerlo! 


La financiación de la investigación y del coste de la transformación se obtiene de los espectaculares ahorros o los mayores ingresos que produciría la mejora de eficacia y de eficiencia que esa transformación provocaría. Son tantas y tantas las materias y tan grande el margen de mejora que merece la pena empezar a creer que la administración puede ser transformada ¿Ha pensado alguien lo que supondría mejorar un punto la recaudación fiscal de un tributo, mejorar cinco puntos la inserción laboral de los desempleados, duplicar el número de emprendedores, mejorar los resultados de la educación, organizar bien los recursos, evitar duplicidades...?


Un posible modo de desarrollar el I + D + I de lo público sería a través de organizaciones que retribuidas por su resultado, investiguen sobre lo público, desde fuera de lo público pero al lado de lo público, cuidando de no quedar  atrapadas en la tela de araña de aquello que precisamente hay que transformar. 

El modelo hará dianas cuando aglutine el conocimiento y la experiencia no solo de quienes conocen bien la administración y lo combine con innovación, imaginación y también cierta audacia, porque todo está en revisión y las soluciones pueden estar en lo convencional, cerca de lo convencional y, por qué no,  muy lejos de lo convencionalYo apuesto a que las soluciones están muy lejos de como se hacen habitualmente las cosas.


La conclusión es que se necesitarán entonces buenos profesionales para trabajar en  I + D + I de lo público. Muchos de ellos, curiosamente, trabajan en la propia administración. Está claro que algo falla. 

    



 Garboó Riocía & García Rioboó