martes, 10 de diciembre de 2013

Café de puchero con Clooney.

Hace unas fechas disfruté con mi familia de un magnífico fin se semana en la comarca cacereña de Gata. Lo pasamos bien, descansamos y recargamos pilas,  que de eso se trataba y todo fue perfecto, pues acompañó el tiempo, el alojamiento, la gastronomía... También nos trajimos alguna anécdota que quizá otro día me atreva a contar. Toda Gata es sencillamente preciosa y además sorprendente. Esto último lo digo porque nos llamó mucho la atención A fala, la lengua que se habla en San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno, los tres municipios cacereños que se asientan en el Valle de Eljas, que hoy casi todo el mundo, incluidos los naturales de la comarca, llaman Valle del Jálama o Val do Xalama. Los filólogos mantienen su interés en el debate sobre si A fala es portugués, gallego o astur leonés, pero fuere lo que fuere, viniere de donde viniere, lo cierto es que esta riqueza del lenguaje añade atractivo a un viaje que yo recomiendo no dejar en mera visita.

Un buen amigo nos recomendó comer en un restaurante en San Martín de Trevejo. Seguimos su consejo  y fue todo un acierto, pues el local, el trato, la comida, el vino, los licores, la conversación, todo, fue muy bueno y agradable. Según se nos explicó, muchos de los alimentos empleados en nuestra comida se producían en la zona. A mi particularmente el aceite que regó la tabla de quesos me pareció fabuloso y el verdejo riquísimo. 


Rendidos tras el banquete, ya en la sobremesa, pedimos el obligado café. El café es de puchero, riquísimo, enfatizó nuestro anfitrión. Esa misma frase se la oí repetir en varias ocasiones a otros comensales.  A mi el café de puchero no me seduce, pero todo había ido tan bien, todo estaba tan rico y tanto énfasis puso aquel hombre en su producto, que preferí pensar que el café de puchero sería otra agradable sorpresa, una delicatessen, quizá traída de Portugal, desde donde antaño, el aromático tesoro generó tanto trasiego  hacia la comarca.


Al café, cosas del puchero, hubo que esperarlo un ratito. Recién hecho se nos sirvió en unas bonitas tazas de barro. Antes de añadirle azúcar, aspiré el aroma del café humeante y con precaución lo probé. Tras un primer sorbo, le pregunté a mi mujer ¿Te gusta?  Está riquísimo, contestó.


Decidí ampliar la toma de impresiones observando a las personas de las mesas colindantes y constaté que nadie le hizo feos al café, es más, cuando alguna persona lo alababa el camarero lo celebraba con este estribillo:  es que es de puchero. La conclusión a la que llegué es que, por lo visto y oído, el café tuvo aceptación general y creo que al único que no le gustó fue a mi.


Toda esta historia del café me sirve para llamar la atención sobre la importancia que para una empresa tiene siempre, y más aún en la situación actual, disponer de recursos humanos con tablas y oficio. Aquel empresario, había demostrado tener mucho de ambas cualidades, tanto como que creo, o mejor aún, estoy convencido, que sería capaz de venderle el café de puchero al mismísimo George Clooney. 


Ahora que lo digo, sería desternillante sustituir el Nespresso por el café de puchero en la actual y magnífica, como todas las anteriores, campañas publicitarias de Nespresso, en la que una bella mujer prefiere desembarazarse de George Clooney, entiendo que solo por unos minutos, con tal de disfrutar del placer del café ¿Habría hecho lo mismo esa mujer con Clooney para degustar su café de puchero? 


Bromas aparte, estoy convencido de que nuestro protagonista de hoy es un empresario emprendedor, con iniciativa, un estudioso, un buen observador, una persona trabajadora, que sin prisa, como requiere la restauración, y con oficio, con mucho oficio, haciendo de la necesidad virtud, convirtiendo la debilidad en fortaleza, ha ido logrando, pese a la crisis, que su restaurante sea exactamente como hace años lo imaginó. 


Pero entonces ¿lo imaginó sin máquina de café? 


No, seguro que había máquina pero su buen oficio se la ahorró, como le hará ahorrar tantas y tantas cosas y conseguir otras muchas. 


¿Para qué va a adquirir una máquina si a todo el mundo, incluso a Clooney,  le gusta el café de puchero de su restaurante?  Bueno, a todos, menos a mi.


Mi admiración por aquellos que han decidido emprender en el entorno rural. Tienen motivo para estar orgullosos.




Garboó Riocía & García Rioboó

    

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