domingo, 23 de junio de 2013

La selección.

Recuerdo perfectamente la entrevista que le hice a Fermín y mi impresión sobre él: Era noblote hasta "contando trolillas" y eso le convertía en un candidato perfecto para el puesto de administrativo de obra al que optaba. Lo mejor, la alegría al decirle que contábamos con él.

Recuerdo otra entrevista en la que alguien nos llamó recomendando a un técnico al que puso por las nubes y describió como el profesional ideal para desarrollar una nueva linea de negocio que habíamos emprendido en la empresa. El tipo era mal encarado, un poco extraño, pero fue hábil, pues supo centrar la entrevista en lo mucho que sabía  y  nosotros, ingenuos, dimos por suficientes las buenas referencias que de él nos hizo aquel tercero y lo contratamos. Aquella "perla" a los quince días dio las primeras señales de error, pues se creyó por encima del puesto, a los 30 días se declaraba por encima del puesto y de su responsable, a los 45 días ya era un agente doble y a los 60, con gran alivio, se le despidió. El caso es que nos clavó un gol.

En otras muchas entrevistas participé seleccionando personal y he llegado a la conclusión de que al candidato no hay que entrevistarle como si fuera a entrar en la empresa y sí como si ya estuviera dentro. Muchos, más o menos, mejor o peor, saben cómo entrar, pero pocos saben estar. Eso me faltó hacer en esta última entrevista y por eso se coló en la empresa aquel mal trabajador. 

Creo que lo ideal es enfrentar al candidato con situaciones que no le serán ajenas si ingresa en la empresa. Un modo de hacerlo puede ser formulando este tipo de preguntas:

Hoy hace un año que estás trabajando con nosotros y me dijeron que querías verme (al Gerente) ¿En qué te puedo ayudar? ¿Qué me querías contar? 

Hoy hace un año que estás trabajando con nosotros y te he llamado (el Gerente) porque quería hablar contigo ¿Te imaginas para qué?


Con esas dos preguntas realmente estás pidiendo al candidato que anticipe un año sus motivos para querer hablar contigo (Gerente) y que imagine los motivos que tú (Gerente) puedas tener para querer hablar con él. 

Quizás estas dos respuestas puedan convencernos.

En efecto, ha pasado un año desde que entré a formar parte de la compañía. La empresa confió en mi, y me gustaría saber si están satisfechos con mi trabajo y también qué y cómo puedo mejorar.

No lo sé, pero en cualquier caso agradezco mucho que quiera hablar conmigo, yo tenía también mucho interés en verle.

Ambas respuestas me gustan porque son congruentes. Evidentemente los motivos del Gerente serán consecuencia directa del comportamiento y rendimiento del empleado, es decir, a priori, los motivos de uno y de otro tienen que ser de la misma naturaleza. Pero lo que más me convence es que el candidato no solo responde, sino que devuelve la pelota, da juego y pasa a dirigir el partido. Es más, con esta segunda respuesta, el candidato marca un gol porque no deja otra opción al entrevistador que callarse o hacer una pregunta que ya había hecho ¿Y por qué tenías tanto interés en verme? 

En definitiva, en las entrevistas de selección tienes que ser un gran portero y aún así te marcarán goles. En ese caso, cuando sea mérito del jugador aplaude su gol y si todo lo demás encaja, que fiche por tu propio equipo.

Toma notas de las cosas que un candidato dijo en su entrevista y acuérdate de llamarle, si tienes ocasión, cuando pase un año. A veces, es bueno refrescar la memoria.






Garboó Riocía  & García Rioboó


  

jueves, 13 de junio de 2013

Faltaría más, gracias a ti.

Quizás hayas vivido una situación como esta que te describo: Una compañía quiere presentarte su producto y un presupuesto que previamente has solicitado, con ese fin te visita un CEO y dos de sus técnicos que, tras la presentación, te proponen ir a comer a un magnífico restaurante, al que te desplazan en un BMW requetefull equipe, no sin antes realizar una reserva con un móvil de una generación siguiente a la última. Al llegar constatas que sin duda frecuentan el restaurante, pues son recibidos con ceremonia y exagerado entusiasmo. La exquisita comida acompañada de notable vino, culminó con un sablazo que soportó la tarjeta de crédito de tu anfitrión. En la sobremesa, además, te obsequiaron con un regalo corporativo, momento que se hizo coincidir con la entrega del presupuesto. 

Al recibir el regalo, tu buena educación te llevó a dar las gracias por el obsequio, por la comida y por la tan agradable sobremesa a lo que, sin duda, tus anfitriones risueños y agradecidos te contestaron entones: Faltaría más, gracias a ti. 

¿Por qué dirán eso de gracias a ti? ¿Por educación o por algo más? 

¿Quién crees que ha pagado el sablazo, el proveedor o tú? Yo te lo digo, si aceptas el presupuesto, la comida y todo lo demás lo habrás pagado tú y tú y tú y solamente tú, y es muy probable que hayas pagado no solo esta comida, sino varias comidas de terceros a los que tú, ni siquiera conoces. Esa es la realidad aunque la tarjeta de crédito que pagó aquello era la de tu anfitrión, por eso te dicen, Faltaría más, gracias a ti. 

El alarde gastronómico, o el agasajo desmesurado, consideraciones fiscales aparte, en la economía de empresa cabría incluirlo en la categoría de gasto general, donde injustamente coincidiría con otros, estos si, absolutamente más necesarios, como la renta que se paga por un despacho, los suministros, el sueldo del personal de administración, los gastos de asesoría...  En general, todos los gastos que no se imputan directamente a la producción de los bienes o servicios que fabrica o presta una empresa constituyen los denominados gastos generales, y cada bien o servicio, vendido por esa empresa, tiene que contribuir con una parte de su precio a cubrir dichos gastos. Es decir, los gastos generales de una empresa gravan el precio de los bienes y servicios que ésta produce.  

Por eso, porque gravan el precio, es muy importante reducir los mismos mediante una buena gestión, pero, sobre todo es imprescindible analizar lo oportuno de cada gasto. Por ejemplo, no caigas en la tentación de que, porque vayas a utilizarlo tú, tu empresa tenga el coche que a ti te apasiona y no el que necesita. Ten en cuenta que el gasto general no solo tiene un componente económico sino que es un elemento de comunicación muy valioso que ayuda a descubrir muchas cosas y comportamientos.

Pero a lo que íbamos, ¿Cómo proceder entonces ante un agasajo gastronómico o de otra índole que sea desmesurado? Mi consejo es que enseñes a tus anfitriones un poco de economía, de tal modo que después de ponerse tibios, cuando te entreguen el presupuesto, tras ojearlo un tanto misterioso, alza la vista y sentencia: 

El mejor gasto general es aquel que ni está ni se le espera.

Te mirarán sorprendidos, guarda entonces el presupuesto para estudiarlo y no olvides, si aceptas, descontar todo lo que sobraba, Faltaría más, gracias a ellos.  







Garboó Riocía & García Rioboó
  


    




  

viernes, 7 de junio de 2013

La tentación de copiar.

Con motivo de los exámenes de selectividad que se celebran estos días, he recordado que en mi promoción nos tocó repetir todo el proceso pues se demostró una filtración de las preguntas. Parece que todo se supo porque "pillaron" a algunos "artistas" que ni siquiera se tomaron la molestia de estudiar las preguntas filtradas y prefirieron hacer "chuletas".

A la hora de copiar el mayor descaro lo conocí en el colegio, cuando cuatro compañeros de clase, en un examen de religión, "clavaron" la relación de Papas por orden cronológico, el país de procedencia y la fecha de inicio y fin del Pontificado. ¡No fallaron ni uno! y  fue  tanta la bondad del profesor que pese a que no había formulado pregunta alguna sobre Papas en el examen, aceptó aquel alarde como una mejora.     

Ese gusto por copiar se extiende más allá de los colegios. En el caso de las empresas, nada hay más desolador que renunciar a descubrir una nueva forma de hacer las cosas, un nuevo enfoque, un nuevo camino y que se prefiera el habitual por el mero hecho de que sea el conocido. Se prefiere copiar sin pensar que se pueden estar copiando errores. 

Esa postura llevará a quien la practique a tener un hotel esencialmente igual que otros hoteles, una academia esencialmente igual que otras academias, una gasolinera esencialmente igual que otras gasolineras...Si no se quiere ser esencialmente igual hay que buscar algo más que la imagen y que el precio para diferenciarse de los demás y hacerlo sabiendo que tan pronto se consiga, alguien te va a copiar y entonces volverás a ser esencialmente igual, esta vez, por alcance. 

Cuando quieres iniciar una nueva actividad empresarial tienes una magnífica oportunidad para diferenciarte. Al conceptualizar tu empresa puede ocurrirte  que comiences tu plan creyendo que vas a crear una empresa determinada y terminar haciendo otra muy distinta. Quizás este ejemplo nos valga:

¿Cuál es la misión de un administrador de fincas? Apuesto a que un porcentaje muy alto de los propios profesionales administradores de fincas respondería que gestionar con eficiencia y eficacia las necesidades de las comunidades de vecinos, un porcentaje más pequeño dirá, que además de lo anterior, prestar servicios relacionados con las viviendas que hay en esas comunidades y, finalmente, un porcentaje muy muy pequeño dirá que su misión es cuidar a las personas y a las familias que viven dentro de esas viviendas. Me quedo con esta última.

¿Cómo cuidar a esas personas y familias que viven dentro de las viviendas? Un porcentaje alto de ese porcentaje muy muy pequeño no sabrá responder a esa pregunta y un porcentaje muy muy pequeño de ese porcentaje muy muy pequeño dirá que llevando bienes y servicios que hagan la vida más fácil a esas familias. 

¿Qué bienes y que servicios? Un porcentaje alto de ese porcentaje extremadamente pequeño no sabrá responder a esta pregunta y un porcentaje muy pequeño sabrá identificar esos bienes y servicios.

¿Cómo hacerlo?...Si siguiéramos desplegando el proceso con otras ocho o diez inevitables preguntas llegará un momento que solo unos pocos, uno o ninguno, encuentren las respuestas adecuadas a esas preguntas. Quien ofrezca respuestas  solventes y congruentes desde el punto de vista empresarial habrá dado en el clavo. 

Puede resultar estresante pero es así, tienes que estar continuamente reinventando tu empresa salvo que decidas ser uno más de los muchos y eso es terriblemente aburrido.





Garboó Riocía & García Rioboó

lunes, 3 de junio de 2013

El holter

El holter es una prueba diagnóstica ambulatoria que consiste en monitorizar el ritmo cardíaco y o la presión arterial de una persona durante un tiempo prolongado, generalmente 24 horas, valiéndose para ello de un aparato que incorpora un monitor de registro que se vincula al paciente por medio de unos electrodos. El médico, a la vista de los registros obtenidos por el dispositivo, puede conocer cómo se ha comportado el corazón del paciente durante el período analizado y, en tal caso, actuar.

Lo importante de una prueba diagnóstica es saber para qué se hace, es decir, qué se trata de descubrir, dónde hay que buscar, es decir las fuentes de información y cómo relacionar e interpretar esa información para llegar a una conclusión. Obviamente el resultado de la prueba abre la puerta a la toma de decisiones.

El cuadro de mando de la empresa es algo así como un holter, pero la gran diferencia es que el cuadro de mando no debe considerarse una herramienta de diagnóstico sino de gestión. En esencia consiste en identificar y establecer los parámetros de salud de la empresa, determinar dónde deben conectarse los electrodos para obtener la información, que convenientemente procesada nos lleve al origen de cualquier alteración de la salud. Si sabemos interpretar esa información estaremos en disposición de tomar  decisiones. 

Por ejemplo, un parámetro de salud de una empresa es la satisfacción del cliente y una manera de medir esa satisfacción es tomar datos sobre la evolución de las reclamaciones post venta de los clientes. Si las reclamaciones van en aumento algo está alterando negativamente la salud y, a la inversa, si las reclamaciones bajan o desaparecen afectan  de manera positiva. Para averiguar la causa o causas que alteran nuestro parámetro de salud emprenderemos un proceso de análisis que tendrá por objeto la consideración no de uno sino de varios datos cruzados y puestos en relación.

La sorpresa puede ser grande pues la causa que origina la alteración puede estar muy lejos del departamento de producción, máximo candidato, en este ejemplo, a "cargar con el mochuelo", porque ¿Quién nos puede asegurar que el problema no esté en recursos humanos? Quizás no se hayan definido bien los perfiles de los recursos humanos dedicados a la  producción. Ahora bien, por qué no puede estar el origen de la alteración en una errónea política comercial empeñada en vender un producto creando una falsa expectativa en el cliente que finalmente se siente defraudado o, por seguir buscando causas, por qué no atribuírsela a una política de sub contratación equivocada. En definitiva, como podemos deducir las causas pueden estar en los procesos, en el diseño, en las personas...

El cuadro de mando, frente a lo que pudiera parecer, no sólo está indicado para empresas. Por ejemplo un servicio público de acompañamiento a emprendedores podría verse muy beneficiado con un buen cuadro de mando. Uno de los indicadores de éxito (salud) de un servicio de esta naturaleza debe ser la supervivencia de los proyectos empresariales que han sido objeto de acompañamiento ¿Qué hacer para que eso sea así? Quizás una buena fórmula para gozar de esa buena salud sea vincular los honorarios que perciban los profesionales a ese objetivo. 

Y los emprendedores ¿Podría ser el cuadro de mando un capítulo del plan de empresa? Sinceramente, si así fuera, si quiera esbozarlo, sería una agradable sorpresa para un inversor,  puesto que un buen cuadro de mando significa que sabes lo que quieres y que conoces cómo se mueven las palancas que lo posibilitan. 

Casi nada.



Garboó Riocía & García Rioboó