martes, 24 de septiembre de 2013

Ideas sin dueño. Convention bureau

El turismo de reuniones es una de las piezas más anheladas para un destino. Hasta tal punto es así, que en las dos últimas décadas se desató una auténtica carrera por ver quien construía el Palacio de Congresos más espectacular. Costes aparte, eso se tradujo en edificios concebidos para deslumbrar pero que, en muchos casos, resultaron desproporcionados, en ocasiones redundantes y, en tal caso, insostenibles. Si unimos a los Palacios de Congresos los recintos temáticos, especialmente los destinados a arte, ciencias, y cultura, resultará que tenemos en España cientos de salas y miles de butacas. Es decir, una capacidad instalada desmesurada. ¿Para qué vale un recinto maravilloso si no alberga actividad?  Para tratar de solucionar ese detalle, en algunas ciudades se crearon unidades de gestión cuya finalidad es promocionar su candidatura ante los prescriptores de los congresos y reuniones de todo tipo. Son las oficinas denominadas Convention Bureau.

Pero entre el promotor del evento y el destino hay un mundo. La competencia, al menos sobre el papel, es mucha, pues son muchos los destinos que tienen "convention bureau" y la infraestructura y las plazas hoteleras y buenas comunicaciones y buena movilidad, y la tecnología adecuada...


Me temo que, como es habitual, muchos intentamos conseguir lo mismo haciendo para ello, con más o menos fortuna, lo mismo. Es entonces cuando uno se plantea que quizás merezca la pena darle la vuelta al proceso. ¿Y si la idea naciera en el destino? 

Fabricar eventos para un destino a partir de ideas propias puede ser una buena y novedosa iniciativa empresarial para emprendedores. Su misión sería concebir y gestionar eventos que nunca antes se habían celebrado, es decir,cada evento será exclusivo, la primera y quizás única edición. La exclusividad del evento lo convierte en una oportunidad única para querer participar siendo éste uno de los motivos que lo hace realmente especial.  Al nacer el evento en el destino, uno y otro se harán a la medida, de tal modo que se procuren todo aquello que necesitan para ser un éxito. El evento le sentará como un guante al destino y el destino procurará toda su colaboración al evento. Una vez más, surge la comunión de intereses.


Quedaría lo más difícil: Atraer a las personas. Para ello debe diseñarse una estrategia cuyo objetivo será reforzar el motivo o sumar nuevos motivos para que esa atracción se produzca y tenga efecto ¿Cómo?  


Una herramienta muy útil para lograr ese objetivo puede ser la formación. En el caso concreto de Extremadura nada impide "importar alumnos y exportar conocimiento". 


Pensemos en una misión comercial al uso dirigida a empresarios de un tercer país, con el objeto de favorecer la actividad comercial entre empresas de ese país y empresas del destino. Juega en contra de los objetivos propios del encuentro la escasez de tiempo. Para solucionarlo, probemos a incrementar ese tiempo añadiendo al programa de esa misma misión una cuidada acción formativa impartida por una prestigiosa escuela de negocios que cuente con el reconocimiento académico de algunas, a su vez, prestigiosas universidades de otros Estados. Obviamente, la acción formativa tiene que estar bien traída, ser congruente en toda su extensión, útil, provechosa y reconocida. Si tal es así, podremos comprobar como fácilmente, gracias a la introducción de la misma, se habrá reforzado la motivación, antes única, y además procurado mayor profundidad al evento y, por tanto, seguro, mejorar su resultado. 


Pensemos en este detalle: El participante además de ser integrante de una misión comercial será miembro de una promoción. ¿Acaso no era el objetivo estrechar lazos? 

¿Se puede seguir reforzando la motivación?


Sin duda Sí. Para ello buscaremos  motivos en la cultura, en el idioma, en la salud, en las inversiones, en definitiva en todo aquello bueno que pueda ofrecer nuestro destino a quienes queremos que nos conozcan. 




Garboó Riocía & García Rioboó






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