jueves, 30 de mayo de 2013

Proyectos gran reserva



Hace años conversaba con un buen amigo sobre el cierre de wall street. No, no me refiero a la bolsa neoyorquina, sino a una franquicia cuyo objeto era la enseñanza del idioma inglés. A mi, el cierre mi pilló mediado el curso que había contratado y más que por el dinero perdido lo sentí porque era la primera vez que había iniciado un curso de inglés y no lo había abandonado. En este caso fue el curso el que me abandonó a mi y allí quedó mi nivel de principiante y así sigue. De esto hará,  fácil, diez años. 


Recuerdo que en aquella conversación mi amigo, no sin cierta solemnidad, me dijo: 

Esto del inglés tiene que poder hacerse de otra forma. 

Diré que veo con frecuencia a este buen amigo que también tiene la suerte de vivir en Cáceres, pero no recuerdo haber vuelto a hablar con él de aquel tema. Hace poco más de un mes recibí un correo suyo en el que escribía:

Ya lo tengo.
Un abrazo.

Mi correo de respuesta fue un lacónico: 

Tienes ¿Qué?
Otro.

Y al mío le sucedió un emocionado:

Lo del inglés ¿Te acuerdas? Te dije que podía hacerse de otra forma y efectivamente se puede. Me ha llevado un tiempo pero se puede. ¿Quieres invertir en el proyecto?

Los proyectos, dice él,  como el buen vino, necesitan tiempo y cuidado. 

Después de conocerlo, creo que ha merecido la pena esperar. 
Será un gran reserva.  




Garboó Riocía & García Rioboó   

sábado, 25 de mayo de 2013

Los nuevos bancos

-Ellos son tres, vi su anuncio en internet, me contactaron y después hemos quedado varias veces.

-Es una bomba a nadie se le ocurriría hacer una cosa así. Tienen un gran plan.

-Lo han intentado ya con tres bancos pero es muy difícil.

- Tiene riesgo pero es una buena oportunidad.

- Me han convencido plenamente, voy a rescatar los 20.000 euros que tengo de viaje submarino y de entrada obtendré un 20%. 

- Nos quedan unos detalles, a ver si se agiliza todo  y tan pronto se apruebe empezaremos, me pongo las alas y a volar. 

- La verdad es que si, es una gran noticia. ¿Por qué no te animas?

No te preocupes, hablan de emprendedores.

La aprobación del anteproyecto de ley de emprendedores es una gran noticia pues entre sus medidas, incluye una importante deducción fiscal para los inversores particulares que respalden con financiación nuevos proyectos empresariales. Si tienes 20.000 euros de viaje submarino puedes estar de enhorabuena. La deducción fiscal es del 20% en la cuota estatal del IRPF y la base máxima de deducción será de 20.000 euros. 

Esta es solo una de las muchas medidas que habrán de concretarse durante el trámite parlamentario del anteproyecto. La entrada en vigor de la nueva ley se anuncia para el día 1 de enero de 2014. Ojala sea antes.

Los emprendedores buscan ahora nuevos bancos, necesitan aquellos que les resulten cómodos, que les comprendan, que les quieran. Siéntate tú con ellos. Puedes ser mucho más que un banco para los emprendedores. Tú interés es hacer que esos euros salgan a flote, se pongan a trabajar y obtener un buen rendimiento. No tengas dinero de viaje submarino es un mal negocio. Ponte las alas y hazte ángel inversor, apoya a las PYMES, seguro que sales ganando. 

Disculpa, aún no te lo aclaré que los euros de viaje submarino no son "dinero negro". Los euros de viaje submarino son aquéllos que cada día que pasa pierden valor por estar ociosos o depositados en un banco con una retribución inferior a la propia inflación.


 



Garboó Riocía & García Rioboó 













   













martes, 7 de mayo de 2013

Piensa en grande.



Emprendedor, empresario, profesional, estudiante... con carácter general, piensa en grande (no a lo grande). Si lo haces así es que no tienes o te han abandonado o has desterrado los complejos que te impedían,  si  quiera albergar, la posibilidad de ser puntero. Piensa en grande o realmente no estarás pensando, quizás a lo más que llegues, que no es poco, es a hacer mejor lo que otros están ya haciendo.   Retarse, eso y no otra cosa, es pensar en grande, es decir, tener un objetivo difícil de llevarse a cabo y que constituye por ello un estímulo para quien lo afronta. 

Pensar en grande dice mucho de quien así lo hace y por ello, el reto del emprendedor tendría que ser bienvenido por el inversor y recibido como un buen síntoma. Sin embargo eso no ocurre normalmente así, y la causa es que se asocia reto con riesgo cuando la realidad es que el reto ahuyenta complejos, despierta, estimula y también impone respeto. Todo eso es bueno, entonces, ¿Por qué no apoyar los retos? 

¡Bancos, inversores, técnicos! tenéis que aprender a pensar en grande y primar a quienes piensan en grande. Haced vuestra esta sentencia: "Si el proyecto no es un reto, conmigo que no cuenten".  Yo desconfiaría del proyecto ramplón, pues si no lleva implícito el estímulo de la dificultad ni siquiera encerrará el esfuerzo necesario para culminarlo. Ese detalle, es el que marca la diferencia entre emprendedores, puesto que, incluso en el patinazo, para quienes piensan en grande es más estimulante intentar la empresa que nadie tuvo que vencer a nadie.  

Si el inversor exige que el proyecto sea todo un reto ya el plan de empresa debe mostrar a las claras que lo contiene. Eso puede lograrse con una frase, bastará que una buena frase que lo resuma, acompañe al título.

Admiro a las personas que piensan en grande. Para pensar, que yo sepa, empleamos el cerebro, pero hay personas que piensan también con el corazón y eso se nota. Este post, se lo dedico a Nacho y a esas pocas personas que como hace Nacho, piensan en grande. A quienes así lo hacen yo les llamo Emprendedores serie limitada.


Nacho es el creador del futboling y de muchas más cosas.







García Rioboó &Garboó Riocía




miércoles, 1 de mayo de 2013

Hacer zoom

La colaboración entre empresas es uno de los caminos menos explorados y sin embargo más valiosos para alcanzar objetivos estratégicos. Si esto es así ¿ Por qué no colaboran más las empresas entre si ? Hay ejemplos muy espontáneos de esa colaboración que seguro todos conocemos. Se me viene a la mente el caso del frutero, carnicero, charcutero, pescadero y repostero que deciden compartir un espacio común para la venta. Es así de simple. Una vuelta de tuerca a lo anterior es compartir el gestor contable y fiscal, la contratación conjunta de los seguros, la limpieza... En definitiva, contratar de manera conjunta gastos y compartir buenos proveedores. 

Esa colaboración, que se suele iniciar pensando en los costes, no puede olvidar al cliente salvo que queramos que fracase. Pensando en el cliente es fácil imaginar una campaña de publicidad conjunta, también idear promociones combinadas de productos y un gran paso sería poder hacer un único pago en una caja central. 

¿Es suficiente lo anterior para que prosperen este tipo de iniciativas? Hoy en día, desde luego no. El proyecto solo funcionará si cada uno de los integrantes del proyecto asume un comportamiento corporativo y se compromete a respetarlo. Si no es así no merece la pena intentarlo, pues será un fracaso. El proyecto además de funcionar será fructífero y hasta brillante si deja un espacio para la innovación y para la imaginación y ambas se ponen al servicio del cliente. Es decir, será necesario algo más que vender fruta, pescado, pan y carne, y a ese más se llega por la vía de la innovación. Lo que explicamos es válido para este tipo de actividades y para todas en general. La colaboración admite grados pero no término medio. Es decir debe ser intensa y completa, honesta y leal, ordenada y planificada.


¿Cabe la colaboración entre emprendedores? Desde luego que sí. No escondemos que es complejo poner en pie varias actividades empresariales a la vez pero eso no quiere decir que sea imposible. No es difícil imaginar algunas actividades a las que lo que más les favorece es que se inicien varias de ellas a la vez. Un ejemplo son las calles temáticas, la hostelería, el ocio... ¿Por que no coordinarse para colonizar una calle, un barrio, una población a la vez? Yo a esto lo llamo hacer zoom, es decir observar con detalle a tu alrededor. La mayor torpeza es pensar que estás solo. 




Garboo Riocía & García Rioboó