jueves, 6 de diciembre de 2012

Al fin y al cabo el no ya lo tengo.

He culminado una primera etapa en la que he empleado mucho tiempo y esfuerzo en adquirir una sólida formación. Para mi es prioritario trabajar en un proyecto en el que pueda poner en valor mis conocimientos. Es momento de llamar a la puerta de una buena organización que confíe en mi y me ofrezca la oportunidad que estoy buscando. Este es mi próximo reto ¿Cómo lo haré?

¿Qué conseguiría si le propusiera a la empresa que los dos primeros años de mi trabajo se realizaran en régimen de contratación mercantil y no laboral? Es decir sería un profesional que factura a la empresa por el trabajo realizado.  De esta forma tengo garantizada la asistencia sanitaria pública y estoy cotizando, aunque poco, para mi pensión. En el paro ni pienso. Para mi estas condiciones son buenas pero, qué consigue la empresa.  Me imagino que pensará que confío mucho en mi mismo y eso es una buena tarjeta de presentación y además la empresa es como mi cliente.


Y qué efecto tendría proponer que al finalizar el compromiso inicial, si de mutuo acuerdo las partes decidimos continuar vinculados, se me diera la opción de elegir entonces el régimen de contratación aplicable para, pongamos, los siguientes tres años y que en el caso de optar por permanecer en el régimen mercantil yo percibiría los honorarios profesionales acordados más una cantidad equivalente al coste de la seguridad social que habría soportado en otro caso el empleador. Yo podría emplear entonces parte de ese dinero en suscribir un plan de pensiones o quizás hacerlo en régimen de co-pago. 


Y si dentro de cinco años le propusiera... Bueno, creo que cinco años después sabríamos ponernos de acuerdo para continuar vinculados. 


Voy a probar a hacerlo así. Al fin y al cabo, el no ya lo tengo. A veces creo que arriesgamos muy poco. 







Garboó Riocía & García Rioboó  


2 comentarios:

María Eugenia de la Cruz Palacios dijo...

Sin embargo, hay que tener especial cuidado a qué empresa proponer esas condiciones de trabajar con contrato mercantil. Puede ocurrir que por el servicio que les prestas, esa empresa obtenga bastantes beneficios de los que no te hagan partícipes ni en los primeros años, ni tampoco luego en caso de que acepten nuevas condiciones laborales.
Por supuesto que hay que arriesgar, ya lo dice el refrán: "Quien no arriesga, no gana". Pero es fundamental conocer los valores de la otra parte, si entienden el concepto de "empresa" de la misma manera que tu. Si por ejemplo prima más ganar dinero, o éste sólo es un medio para mantener la empresa y la finalidad es la prestación de un servicio que mejore en algo la vida de los demás.

Iñas dijo...

Pues... tengo la fortuna de creerme que aún está todo por inventar. Efectivamente innovar no es sólo poner un código QR en una pared para martirizar a aquel que quiera obtener un extra de información en una visita turística. También es entender que las relaciones laborales se pueden plantear de formas diversas y que el riesgo, la confianza o la inversión son conceptos que conviven en cualquiera de estas relaciones. Hace pocos días leía la entrevista que Juan Gómez Jurado le hacía a Risto Mejide en Jotdown. Risto explicaba que en sus comienzos y en situación de desempleo, su obsesión era la de trabajar con Tony Segarra (casi nada) y le pidió trabajo en repetidas ocasiones recibiendo las mismas repetidas negativas. Entonces Risto le dio un giro a la propuesta y ya no pidió nada, sino que anunció que empezaría a trabajar con él. Las condiciones eran las siguientes: Risto trabajaría gratis pero como necesitaba pagar facturas Tony Segarra tendría que abonar mensualmente una nómina a Risto. Al cabo de 6 meses si Tony Segarra no está conforme con el trabajo desarrollado, Risto adquiere el compromiso de solicitar un crédito y devolver cada euro de lo pagado por la empresa. Eso nunca sucedió y Risto empezó su carrera donde deseaba hacerlo. ¿Exceso de confianza? ¿Innovación? Pues no lo sé pero es estupendo sentir que todo está por inventar.