viernes, 19 de julio de 2013

Comportamientos éticos desde cero

La motivación que me mueve a escribir sobre este tema es tan simple como que echo de menos en los servicios de acompañamiento a emprendedores algo tan importante como reflexionar, se admiten otros verbos, con el empresario en ciernes sobre la ética en el ejercicio de la actividad empresarial ¿Por qué no se hace? ¿No es importante? 

Yo, por mi parte, lanzo el guante sobre este tema con la esperanza de que algunos lo recojan, no se agolpen por favor, y contribuyan con su magisterio a mitigar esta carencia, ayudando al que empieza, a transitar por un camino que encontrará lleno de señales contradictorias.

El empresario, y, por supuesto el emprendedor, pueden creer y es legítimo que así lo hagan, que su misión es obtener beneficio y generar dividendo pero también tienen que saber que la sociedad espera mucho más de ellos pues importa el modo de obtener los beneficios (un buen fin no justifica un mal medio) y que además hicieron bien mientras se generaron, lo cual, por otra parte no es tan complejo, basta mirar no solo hacia adelante sino también hacia los lados:

Imaginemos dos empresas del mismo ramo que obtienen idénticos resultados económicos, pero una de ellas tiene formulado su código ético en el que se ha comprometido a no financiarse con proveedores más allá de lo razonable, de tal modo que su plazo medio de pago no supera los treinta días, mientras que la otra empresa realiza pagos a ciento ochenta días ¿Cambia nuestra percepción sobre una y otra empresa? Ambas actúan dentro de la legalidad pero la diferencia es sustancial ¿No tenemos ahora la sensación que una de las empresas obtiene resultado endosando una dura carga a sus proveedores? 

Según mi parecer el comportamiento ético empresarial es aquel que se extiende al conjunto de una organización de tal modo que no puede hacerse “paquetitos”, ni puede ser intermitente y que sin dudar podría ser compartido en lo esencial, con aquellos terceros a quienes directamente afecte (trabajadores, clientes, proveedores, competidores...) y o estén legitimados para conocer la conducta (administración) y aún con la propia comunidad social donde opera la compañía, sin temer de ninguno de ellos reproche, desde luego jurídico, como tampoco reprobación, más bien todo lo contrario, recibir la aprobación y el reconocimiento, por ajustarse dicho comportamiento a principios éticos que son aceptados, compartidos, admirados y queridos por la comunidad social.

La ética empresarial es conducir la empresa conforme a unos principios y valores éticos que se integran en eso que denominamos “cultura de la empresa”. Los principios y valores pueden ser tan extensos como la propia compañía decida y pueden formularse en lo que se denominan códigos éticos, cuyo cumplimiento es asumido desde entonces por quien lo proclama. 

La asignatura pendiente es extender a las PYMES, a cualquier actividad empresarial, lo que parecía reservado exclusivamente a las grandes compañías, pues es intrínsecamente positivo y favorecedor para quien así conduce o se conduce. Ahora bien, habrá que hacer un esfuerzo muy importante tanto de explicación como de adaptación y pulir modelos. A eso parece obedecer el protagonismo que comienza a alcanzar la denominada responsabilidad social empresarial, que si bien no debemos confundir con la ética empresarial, se abrazan, pues no en vano, la primera es una manifestación de la segunda.  

Quizás todo esto parezca ética empresarial a la carta, un poco artificial, una operación de marketing, algo deliberadamente ambiguo y, en algunos casos, algo de eso hay. Las dudas se disipan con la transparencia que es el elemento que más refuerza un comportamiento ético pues permite demostrarlo. El premio es el RECONOCIMIENTO. 

Estábamos demasiado acostumbrados a magnificar empresas y a aplaudir a empresarios exclusivamente por sus aparentes buenos resultados económicos y sin importar cómo se habían obtenido pero como yo digo, estábamos.




Fdo: Garboó Riocía & García Rioboó

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