sábado, 11 de agosto de 2012

Cómo emprender si los bancos no están por la labor

Es muy frecuente vincular el fracaso de la puesta en marcha de un proyecto empresarial a la carencia de la financiación de terceros, socios o entidades financieras. 

Pero ¿Estás seguro que el banco no está por la labor?  En un porcentaje altísimo ese hecho no es la causa y si la consecuencia de otros.

La causa, normalmente, reside en el promotor del proyecto, que seguramente no se ha dado cuenta de que una buena parte de lo que necesita para materializar el proyecto depende de él.   

En efecto, en el promotor está el origen de la idea y el descubrimiento de su conversión a proyecto empresarial, esto es, la viabilidad operativa, técnica y económica de la idea. 

Pero, además de lo anterior, el promotor debe aportar otros ingredientes para que la idea se convierta en una empresa. Estos ingredientes son: 


El interés, es decir, la actitud de la persona emprendedora que decide emplear sus recursos, entre los que se encuentra, sin duda, su esfuerzo para promover una actividad empresarial de la cual aspira a ser parte fundamental.


El conocimiento que se adquiere por el estudio, por la investigación, por la experiencia. El conocimiento es un atributo imprescindible para el emprendimiento pues actúa sobre la idea de tal manera que ayuda a transformarla en proyecto. Sin conocimiento no hay emprendimiento eficaz.


La experiencia es, además de una fuente de conocimiento, el atributo que permite adoptar decisiones, previa valoración de las opciones posibles, conociendo de antemano cuáles pueden ser sus consecuencias y efectos. Cuando un emprendedor toma sus decisiones desde el conocimiento que la experiencia le proporciona, se asimila en su proceder al de un empresario, con lo que sus posibilidades de éxito crecen. La experiencia hace que el emprendimiento además de eficaz sea eficiente. 


La confianza en el propio proyecto. En la empresa esta confianza se mide por aquello que el emprendedor está dispuesto a arriesgar y efectivamente arriesga. 

En definitiva, cuando un proyecto viable no goza de la confianza de terceros, inversores y o financiadores, normalmente será porque el emprendedor es deficitario en interés (esfuerzo), en conocimiento, en experiencia o en la propia confianza.


Reunirlo todo no resulta fácil pero conseguirlo es absolutamente imprescindible para materializar el proyecto. Sólo después, se le puede echar la culpa al banco.
              

García Rioboó & Garboó Riocía 



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