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Por ejemplo, un parámetro de salud de una empresa es la satisfacción del cliente y una manera de medir esa satisfacción es tomar datos sobre la evolución de las reclamaciones post venta de los clientes. Si las reclamaciones van en aumento algo está alterando negativamente la salud y, a la inversa, si las reclamaciones bajan o desaparecen afectan de manera positiva. Para averiguar la causa o causas que alteran nuestro parámetro de salud emprenderemos un proceso de análisis que tendrá por objeto la consideración no de uno sino de varios datos cruzados y puestos en relación.
La sorpresa puede ser grande pues la causa que origina la alteración puede estar muy lejos del departamento de producción, máximo candidato, en este ejemplo, a "cargar con el mochuelo", porque ¿Quién nos puede asegurar que el problema no esté en recursos humanos? Quizás no se hayan definido bien los perfiles de los recursos humanos dedicados a la producción. Ahora bien, por qué no puede estar el origen de la alteración en una errónea política comercial empeñada en vender un producto creando una falsa expectativa en el cliente que finalmente se siente defraudado o, por seguir buscando causas, por qué no atribuírsela a una política de sub contratación equivocada. En definitiva, como podemos deducir las causas pueden estar en los procesos, en el diseño, en las personas...
El cuadro de mando, frente a lo que pudiera parecer, no sólo está indicado para empresas. Por ejemplo un servicio público de acompañamiento a emprendedores podría verse muy beneficiado con un buen cuadro de mando. Uno de los indicadores de éxito (salud) de un servicio de esta naturaleza debe ser la supervivencia de los proyectos empresariales que han sido objeto de acompañamiento ¿Qué hacer para que eso sea así? Quizás una buena fórmula para gozar de esa buena salud sea vincular los honorarios que perciban los profesionales a ese objetivo.
Y los emprendedores ¿Podría ser el cuadro de mando un capítulo del plan de empresa? Sinceramente, si así fuera, si quiera esbozarlo, sería una agradable sorpresa para un inversor, puesto que un buen cuadro de mando significa que sabes lo que quieres y que conoces cómo se mueven las palancas que lo posibilitan.
Casi nada.
Garboó Riocía & García Rioboó
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