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Pero ¿Estás seguro que el banco no está por la labor? En un porcentaje altísimo ese hecho no es la causa y si la consecuencia de otros.
La causa, normalmente, reside en el promotor del proyecto, que seguramente no se ha dado cuenta de que una buena parte de lo que necesita para materializar el proyecto depende de él.
En efecto, en
el promotor está el origen de la idea y el descubrimiento de su conversión a
proyecto empresarial, esto es, la viabilidad operativa, técnica y económica de
la idea.
Pero, además de lo anterior, el promotor debe aportar otros ingredientes para que la idea se convierta en una empresa. Estos ingredientes son:
El interés, es decir, la
actitud de la persona emprendedora que decide emplear sus recursos, entre los
que se encuentra, sin duda, su esfuerzo para promover una actividad empresarial
de la cual aspira a ser parte fundamental.
El conocimiento que se
adquiere por el estudio, por la investigación, por la experiencia. El
conocimiento es un atributo imprescindible para el emprendimiento pues actúa
sobre la idea de tal manera que ayuda a transformarla en proyecto. Sin
conocimiento no hay emprendimiento eficaz.
La experiencia es,
además de una fuente de conocimiento, el atributo que permite adoptar
decisiones, previa valoración de las opciones posibles, conociendo de antemano
cuáles pueden ser sus consecuencias y efectos. Cuando un emprendedor toma sus
decisiones desde el conocimiento que la experiencia le proporciona, se asimila
en su proceder al de un empresario, con lo que sus posibilidades de éxito
crecen. La experiencia hace que el emprendimiento además de eficaz sea
eficiente.
La confianza en el
propio proyecto. En la empresa esta confianza se mide por aquello que el
emprendedor está dispuesto a arriesgar y efectivamente arriesga.
En definitiva, cuando un proyecto viable no goza de la confianza de terceros, inversores y o financiadores, normalmente será porque el emprendedor es deficitario en interés (esfuerzo), en conocimiento, en experiencia o en la propia confianza.
Reunirlo
todo no resulta fácil pero conseguirlo es absolutamente imprescindible para
materializar el proyecto. Sólo después, se le puede echar la culpa al banco.
García Rioboó & Garboó Riocía
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